La base de esta historia se la escuchamos a Juan Diego Gómez (@invertirmejor), y es muy ilustrativa de cómo es la actitud de las personas (o empresas) a la hora de acometer un determinado proyecto o reto.

Si entre las azoteas de dos rascacielos se extiende un cable o una pequeña pasarela y nos dicen: “te doy 50 € si llegas al otro lado”, ni nos lo planteamos, porque hay un riesgo muy grande. Si nos dicen: “te doy 100.000 € si llegas al otro lado”, la cosa cambia: evaluaremos con detalle los riesgos, plantearemos cómo conseguirlo, analizaremos el plan de ataque para lograr nuestro objetivo.

Sin duda, todo ello muy razonable desde el punto de vista empresarial. Así deben acometerse los retos. Pero, ¿garantiza ello el éxito? Juan Diego propone una tercera opción: “al otro lado está tu hijo de cuatro años”. Y entonces ya sí que el cambio es radical: ni riesgos, ni miedos, ni evaluación de situaciones: vamos directos a conseguir el objetivo.

No pretendemos aquí (y seguro que tampoco es la intención de Juan Diego) decir que no se deban analizar riesgos, sino que centrarse en el objetivo es la clave para poder alcanzarlo.

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